Mariposa alzando el vuelo. Fotografía Jesús Aguado |
Cómo cuesta levantarse cada mañana para acudir a un trabajo que no nos gusta nada o que nos hace sentir minusvalorados, que nos arrincona y nos trata como mero instrumento de obtención de beneficios.
Cómo cuesta –peor aún- levantarse para no acudir a ningún lado porque ni siquiera un trabajo que nos dignifique tenemos.
Cómo cuesta ser creativos en nuestra vida si los ingredientes de nuestra cocina son tan básicos y baratos que no dan pie a ninguna improvisación.
Cómo cuesta encarar con alegría el futuro después de una ruptura, de una muerte, de un abandono, de un “se acabó”.
Cómo cuesta mantenernos atentos a los signos cotidianos cuando el cuerpo y la mente están tan centrados en la inmediatez y en salir adelante que no alcanzan a ver más allá.
Cómo cuesta sonreír y mantener esperanza en los tristes y duros inviernos del alma.
Cómo cuesta remontar el vuelo (como la mariposa de la foto) ante situaciones que invitan a quedarse, a no moverse, a no avanzar, a estancarnos en la comodidad del dejarse llevar.
Cómo cuesta, a veces, vivir.
Y sin embargo nos levantamos, acudimos a nuestro trabajo y cumplimos los deberes de la mejor forma posible, cocinamos con ingenio, ponemos una sonrisa a la vida y una palabra al silencio, adornamos nuestra tristeza e intentamos ser trascendentes, avanzamos a pesar de los lastres e, incluso, nos atrevemos a decir no.
Porque, aunque cueste, VIVIMOS.
La escribana del Reino
M.E.Valbuena
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