Una musulmana del Albaicín hace señas a un taxi granaino para que pare.
Una vez dentro del taxi, le pide al taxista que apague la radio, porque ella no puede oír música occidental debido a su religión.
“En la época del Profeta no había música como esa, y mucho menos radio”, comentó la musulmana. “La música occidental es para los infieles y yo no puedo oírla”.
El taxista educadamente apaga la radio, y al poco rato detiene el auto en una esquina, sale del mismo y con mucha amabilidad abre la puerta trasera.
La mujer se sorprende y le pregunta un tanto enojada: “¿Qué pasa...? Todavía no hemos llegado a mi destino”.
“Mire, señora, como en la época del Profeta tampoco había taxis, por favor...., salga de mi taxi y búsquese un camello o un burro que la transporte por Granada, y además sepa que no me debe nada..."
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