Desde un avión |
No sé por qué tiene tan mala fama lo de estar en las nubes. Tal vez porque lo equiparamos a no estar atentos al momento, a no vivir la realidad, a no pisar tierra.
Pero estar en las nubes es bueno a veces.
La última vez que estuve entre nubes –no hace mucho- saqué algunas conclusiones interesantes. Por ejemplo:
- Las cosas se ven distintas desde las alturas
- Tomar distancia del problema ayuda a verlo en su totalidad
- Desapegarse del suelo es bueno para objetivar, para aclararse
- La lejanía, casi siempre, produce comprensión y reduce pasión
- Lo que nos rodea no es sólo lo que vemos. También lo que está detrás
- Para entender hay que mirar abajo, al lado y a lo alto
- El empequeñecimiento de miras nos vuelve raquíticos
- El mundo es grande desde arriba. Las posibilidades también
- Somos una ínfima parte del universo por grandes que nos creamos
Estar en las nubes no es malo. Se disfruta. Nos dejamos envolver en su algodonoso aspecto y nos sentimos etéreos, ligeros, livianos, casi por encima del bien y del mal.
Lo malo es aterrizar de nuevo. Podemos hacerlo con suavidad, poco a poco, o darnos de bruces con la realidad de sopetón. Y lo peor es que casi nunca depende de nosotros.
La Escribana del Reino
M.E.Valbuena
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