Podemos afirmar, que estrés es toda vivencia que se manifiesta con una gran incomodidad psicofísica, inespecífica, como consecuencia de factores psicosociales, y que generalmente está relacionado con una gran tensión externa de índole económica, laboral, familiar o emocional y que produce un desajuste en el individuo. Pese a todo ello no se toma ninguna alternativa y la situación se prolonga indefinidamente. En definitiva, es una desarmonía entre nuestro mundo interno y nuestro mundo externo, que permanece a lo largo del tiempo.
Hoy, como ayer, estamos sufriendo la influencia de nuestro entorno: las colas en los bancos, los atascos de tráfico, las discusiones con los hijos, el querer mantener un estatus por encima de nuestras posibilidades, la enfer¬medad de un familiar, etc. son algunas de las vivencias que nos producen estrés y está en función del otro elemento: nuestro mundo interno.
Entendemos por tal las propias capacidades psicológicas del individuo, de las que destacaremos dos: la baja autoestima y/o la alta autoexigencia. La baja autoestima se puede manifestar por la descalificación de las propias posibilidades ( "todo lo que toco se estropea", se suele decir), por la constante comparación con los demás("todo lo bueno está fuera de mí") y por la negativa a explorar nuevas cosas, y emprender nuevos proyectos, por miedo al fracaso.
Esto va unido, generalmente, a una fuerte autoexigencia (se quiere todo perfecto, ordenado, limpio), que alimenta aún más la insatisfacción y el malestar. Existen personas que no pueden tolerar el mínimo desorden ni la más mínima imperfección. Sufren ante la sola presencia de un cuadro que está torcido o cuando el marido, la mujer, los hijos, o los padres, no cumplen las expectativas en cuanto a rendimiento académico, sueldo, o su forma de contemplar el mundo y de actuar ante los miles de problemas que surgen en la vida. Su tendencia a la mejora total les hace no estar satisfechos con nada de lo que tienen ( casa, coche, marido-mujer, hijos, trabajo) por la sencilla razón que la perfección no existe en este mundo y por tanto su ideal de la vida siempre estará incompleto y consecuentemente les producirá angustia. Son personas, que aunque consigan éxito profesional y bienestar familiar, siempre les faltará “algo” para estar plenamente satisfechos. Y ese “algo” es lo que les produce el estrés.
El otro factor que contribuye al estrés es el tiempo. ¡No tengo tiempo!, es el grito de guerra del estu¬diante, el ama de casa, el ejecutivo o el jubilado. A pesar de todo ello, en nuestra sociedad, "no tener tiempo", es sinónimo de una persona importante, muy ocupada y con mucho éxito en su vida profesional.
La conjugación de estos tres elementos (mundo externo, mundo interno y tiempo) produce que el estrés sea intransferible. Es decir, lo que a una persona produce estrés, a otra la puede dejar insensible. Por otra parte, cada situación es vivida con las características propias del individuo. Lo cual no es óbice para que alguna expe¬riencia produzca por sí sola estrés. Por ejemplo: una gue¬rra.
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra
No hay comentarios :
Publicar un comentario