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martes, 25 de septiembre de 2012

EL MEDIUM




Reflexiones acerca del Taller de Autoestima en León: “Hemos llorado juntos, nos hemos abrazado, nos hemos regalado flores y palabras hermosas”.

El médium

Vaya por delante que no creo en espíritus, brujos o vudús, y tampoco en médium de esos que dicen conectar vidas pasadas con las presentes, pero confieso que V..., el coordinador del último curso que he realizado de ‘Autoestima’ en el Teléfono de la Esperanza de León, es un verdadero médium, un mediador entre yo y mí mismo. Dos simples preguntas: ¿Cómo te ha ido? ¿Y esto que te ocurre cómo te hace sentir? Y ya está el lío montado, ya está en marcha el mecanismo de autoconocimiento. Cuando te obligan a hablar abiertamente de ti mismo comienza tu curación. Confieso que cuando me acerqué al Teléfono de la mano de mi hermana Elena ya tenía la intuición de que al finalizar el taller mi nivel de autoestima iba a salir reforzada, pero no calculaba hasta qué punto. Reconozco que además de V.. ,que con su sabiduría y sensibilidad, nos ha sabido encauzar y que caigamos en la cuenta de cuál son nuestras ataduras en esta vida, el resto del grupo ha sido crucial en este periodo de aprendizaje, porque en el fondo de eso se ha tratado, de APRENDER. El lema del taller era el de “Quiérete primero a ti mismo para poder después querer a los demás”. Y cuánta razón tiene.


He escuchado con los oídos muy abiertos los problemas, sentimientos, sensaciones y deseos de mis compañeros: Javi, Flor, Dori, Conchi, Cruz, Estela, Elena 1, Elena 2, Mari Mar, María, Antonio y Susana. Con unos se conecta casi sin querer más que con otros, pero ha existido una bella sensación de pertenencia al grupo, esa sensación que al finalizar el taller llegas al convencimiento de que puede que los nombres se lleguen a olvidar, pero a las personas es imposible que jamás las llegue a olvidar mientras viva. Considero que es normal, pues hemos compartido en estos meses muchas confidencialidades, algunas que ni siquiera nos hemos atrevido a contarle a las personas más cercanas, pero que hemos compartido con casi verdaderos desconocidos y creo que eso crea fuertes ataduras de por vida. No sólo nos hemos sentido escuchados, sino que hemos aceptado con auténtico valor los consejos que nos hemos dado los unos a los otros. Las experiencias vividas ya por algunos nos pueden valer para los que ahora estamos pasando por estos trances. Hemos llorado juntos, nos hemos abrazado, nos hemos regalado flores y palabras hermosas. En verdad somos algo más que amigos.

Personalmente estas sesiones que he vivido sentado en un círculo de sillas (que el lenguaje moderno llama terapia de grupo) me han inflado de energía y optimismo, energía para afrontar momentos de futuro que calculo nada fáciles y optimismo para intentar desterrar esa tristeza de la que llevaba tiempo intentando escapar. Creo que tengo las herramientas adecuadas para tirar ‘p’adelante’, pero no renuncio a seguir aprendiendo, por eso me he decidido a seguir realizando más talleres de este tipo que el Teléfono de la Esperanza me ha ofrecido.

No quiero dejar pasar esta oportunidad para agradecer al Teléfono toda la labor desinteresada que realiza, a los muchos voluntarios que ofrecen su trabajo y dedicación para ayudar a los demás, por la ESPERANZA que arrojan a muchos desesperados y felicitar a la organización por los casi 40 años que lleva realizando este gesto de generosidad hacia los más débiles, no sólo a través de la paciente escucha a través de la línea telefónica, sino con sus cursos, talleres, reuniones y ponencias que hacen que la vida pueda llegar a ser más llevadera. Gracias de veras a V..., a mis compis y al Teléfono. Que Dios os bendiga por siempre.

Septiembre 2012
Juan Rodríguez Rodríguez

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