Hay una frase atribuida a Silvio Rodríguez que dice algo así como “creo en lo imposible porque de lo posible ya se habla demasiado”. Siempre he pensado que esta afirmación es sabia.
Mientras unos se pierden entre palabrería de tanto posibilismo atroz, otros hablan menos y piensan en lo imposible, en lo que supera el margen de lo imaginable, en lo que se sale de lo normal.
Si no hubiera sido por estos últimos que –pese a ser ridiculizados, castigados o tomados por dementes en su tiempo- siguieron adelante con su sueño, nosotros ahora no sabríamos que la tierra es redonda, ni volaríamos de un territorio a otro en cuestión de horas, ni tendríamos luz con sólo accionar un interruptor, ni hubiéramos superado determinadas enfermedades, ni estaríamos conectados unos a otros vía teléfono o internet, ni tantas otras cosas que una vez fueron imposibles y hoy son cotidianas.
Sabemos de los inventos porque disfrutamos de sus consecuencias, pero desconocemos (o conocemos menos) a quienes los hicieron posibles. A la Historia ha pasado el resultado de su trabajo, pero no su fuerza imaginativa, sus desvelos, sus incomprensiones, su falta de apoyos, su lucha en solitario contra una realidad adversa. Si acaso, después de muchos años, un reconocimiento público les concede un pequeño espacio en la mundana gloria.
Nada podemos hacer por aquellos que nos precedieron salvo mantener viva su ilusión por lo imposible. Sólo creyendo en lo imposible avanzaremos en lo posible. Sólo trabajando en lo imposible moveremos los posibles de hoy. Estoy convencida.
¿Pensarían los contemporáneos del de la foto que hoy, tras miles de años, serían objeto de estudio y análisis y aparecerían en internet?
La escribana del Reino
M.E.Valbuena
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