Todos hemos experimentado tomaduras de pelo alguna vez. Por ejemplo, cuando...:
Nos obligan a elegir entre mal o peor
Nos exigen compromiso sin cuestionamientos
Se mantienen privilegios y se reducen prestaciones
Nos dan largas a la solución de nuestros problemas por no ser acuciantes
Nos contratan a tiempo parcial, exigiendo el total pero cobrando la mitad
Nos hacen callar utilizando el miedo y la amenaza
Nos presentan nuestro sacrificio como única salida de la crisis
Posibilismo es la palabra estrella y la única esperanza
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Ante las tomaduras de pelo podemos optar por callar, con lo cual –como diría mi abuela- “además de cornudos, apaleados”; pelear una y otra vez, convirtiendo la lucha en nuestra señal de identidad en la vida; o plantar cara a la situación haciendo ver al que toma el pelo que él y sólo él es el responsable de su acción.
Vale ya de escudarnos en la Ley, las Instituciones, la crisis o el posibilismo para no asumir la responsabilidad de nuestras decisiones. Aburren tantas justificaciones para evitar reconocer que abusamos del débil, que siempre encontramos uno que está peor que nosotros con el que descargar nuestra frustración.
Hace años escribió Viktor Frankl que ante una misma situación la persona ELIGE actuar haciendo el bien o actuar haciendo el mal. Puesto que elegimos, asumamos las consecuencias de la elección. A eso se le llama autenticidad. Lo contrario no deja de ser una tomadura de pelo (al más débil, se entiende).
La escribana del Reino
M.E.Valbuena
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