- El placer es mío –
Hace unos días alguien se despidió de mi diciendo que había sido un placer el rato compartido juntos. Viniendo de quien vino, la expresión me provocó risa y no le di toda la importancia que su contenido encierra.
Se la he dado después. Cuando he recordado las palabras, gestos, emociones y sentimientos que en aquel rato surgieron y se compartieron.
Y es que, en estos tiempos de prisas, apariencias y superficialidad, disponer de ratos simplemente para estar (sin más) es todo un lujo. Hablar desde el sentimiento, con honestidad y sin tapujos, un regalo. Mirar y ser mirado a los ojos mientras compartimos nuestro interior, una bendición. Mostrarse vulnerable en un ambiente de comprensión, sin juicios ni consejos, un privilegio al alcance de muy pocos.
En general vamos por la vida sin pararnos a beber y degustar su propia esencia. Actuamos dentro del programa establecido, cumpliendo nuestras metas y aparcando las distracciones. Tal vez estas distracciones sean llamadas de atención hacia algo más profundo, que rompe límites y nos sitúa en otra dimensión.
Sólo si vivimos la distracción entenderemos de lo que estoy hablando.
Me ocurrió que tuve la suerte de vivir ese rato (y otros). Me ocurrió que una expresión lingüística –“es un placer”- me ha hecho volver a él. Me ocurrió que, analizándolo, me he dado cuenta de toda la riqueza que en sí mismo tuvo y tiene.
Lo dicho: el placer es mío.
M.E.Valbuena
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