- Actitud de agradecimiento –
Hace algunos años viví una temporada –más larga de lo deseable- entre brumas espesas y un fondo negro permanente. Los días me resultaban largos, duros y tristes, y los acontecimientos parecían conducir irremediablemente a la desesperación.
Me empeñé entonces en agarrarme a una tabla de salvación y, cada noche, empecé a recordar los buenos momentos del día y a dar gracias por ellos. Al principio me costaba ver algo positivo entre tanta niebla emocional. Pero, poco a poco, aparecieron motivos de agradecimiento: una visita, un pequeño avance, confesiones inesperadas, una nueva flor en la violeta africana, un día de sol, un ofrecimiento de ayuda, una canción…
Primero fue un único motivo al día. Y eso me bastaba. Pero, a fuerza de buscar, fueron apareciendo más y más motivos de agradecimiento. Hubo días que me asombraba yo misma de tener tantas cosas que agradecer.
Transcurrido el tiempo (sin abandonar tal hábito) me he dado cuenta de que he pasado de dar gracias a vivir en actitud de agradecimiento. Estoy convencida de que todo lo que ocurre en la vida es para bien, a pesar de las apariencias; de que todo acontecer encierra un aprendizaje; y de que el dolor conlleva en su interior el germen de la semilla de la felicidad.
Hoy me atrevo a decir – como en su día leí de Ernesto Cardenal – que “todo es perfecto”, porque todo tiene un sentido.
M.E.Valbuena
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