REVIVIENDO
En este grupo hemos ido al grano, desde el primer día sacamos fuera nuestra parte más intima; pero no solo las emociones bonitas como la felicidad y la alegría, no, no....... hemos hablado de nuestra rabia, nuestra ira, nuestra vergüenza, culpa, envidia, nuestros celos, nuestros deseos de venganza, o nuestro odio.
Y pese a lo que se pueda esperar.. ha habido un clima de cariño, confianza y apoyo especial en este grupo. Como en ningún otro en los que había estado.
¿Puede ser porque nos hemos mostrado como humanos que somos?¿Quizás porque nos hemos mirado a los ojos sin juicios? ¿Quizás porque hemos entendido que las emociones son solo una reacción a lo que vivimos?.
Y muchos se preguntaran “¿que necesidad tengo yo de contar mis intimidades a un grupo de desconocidos.... eso se lo cuento a mis amigos o mi familia”o “ hablar de las cosas que nos hacen sufrir no sirve para nada” o “ si estoy cabreado me desahogo y me quedo tan pancho”.
Voy a intentar dar mi respuesta a las personas que creen que los ”malos rollos” es mejor guardárselos y seguir como que no pasa nada. Y al menos tratar de explicar lo que yo he vivido y para qué me sirve a mi “tirar la basura”.
Compartiendo en este grupo me he topado con un sinfín de emociones, y me ha ayudado a darme cuenta de cuando surgen, cómo y que me quieren decir...y que es lo puedo hacer para entenderlas, domarlas y que me sirvan como información. Pero esto ha sido solo el primer paso de un largo camino que continua cada día. El camino de sentir mis emociones en vez de pensar mis emociones.
En este camino no me queda otra que dejar de lado todo lo que me solía dar seguridad, y tirarme a la piscina, porque en este camino ya no me sirve, ni me guía. Puede que me de un reflejo de lo que hay detrás, pero no me deja profundizar, me hace entrar en un bucle que no me lleva a nada. Esta amiga mía es mi cabecita, mi hemisferio izquierdo.. Los voy a tratar con cariño, porque pese a todo, en muchas facetas de mi vida me son muy útiles y son muy valiosos. Pero no aquí. No me sirve pensar, razonar, comparar, elegir, interpretar ni suponer, aunque sea lo que he tendido a hacer tantos años. Para sentir la cabeza no sirve.
Que difícil es aceptar y acoger lo que se siente sin vergüenza y sin culpa, cuando lo que se siente es odio, envidia o rencor. Pero es que las emociones no somo nosotros, no nos es útil juzgarlas ni juzgarnos. Las emociones son reacciones naturales y si las escuchamos nos ayudan a decidir, a actuar, a entendernos, a darnos fuerza, seguridad y autenticidad. Todos tenemos de todas en determinados momentos. Esos “malos rollos” que solemos tener dentro, nos están gritando necesidades, indicaciones, pistas de qué somos, qué queremos, de qué estamos hartos, que nos hace sentir pequeñitos, que nos hace daño, que nos hace felices, que nos hace vibrar, qué nos hizo daño y aun no hemos elaborado.
Y precisamente escucharlas y entenderlas es lo que nos lleva a no hacer daño o hacernos daño con ellas. Nos dominan cuando las ignoramos, cuando no nos reconciliamos con ellas.
Sino se hace un tapón que nos hace sufrir indefinidamente y que surje cada vez que algo nos roza la herida. Da igual si esa persona sale de nuestra vida o si parece que se soluciona el problema... lo no elaborado volverá a revolverse, ¡porque hay algo dentro que nos esta hablando y no escuchamos!.
¿Por qué no empezamos nombrando eso que sentimos?.
Poco a poco todos en este grupo hemos ido confiando, contestando las preguntas e invitaciones atrevidas de nuestro coordinador y nos hemos visto como personas que sienten, expresándonos como somos, sabiendo que no se nos iba juzgar, que podíamos llorar, que podíamos desnudarnos y que aquí daba igual. Esto nos ha hecho perder el miedo a hablar.. Porque es más fácil confiar cuando sabes que el otro también confía en ti, que no tenemos nada que perder y mucho que ganar. Ha existido un entorno de solidaridad, ayuda, apoyo, tolerancia, cercanía, opinión sincera y amiga....Hemos aceptado la invitación a confiar y a ser confidentes, a tenernos presentes, a tocarnos, abrazarnos, mirarnos los unos a los otros, escucharnos en nuestras vivencias diarias y darnos apoyo en cada gesto.
Algo que me ha aportado este curso y que había perdido hace un tiempo es tener fe en la personas y mirarlas con buenos ojos, aunque sean recién conocidas; bajar las barreras, apartar los miedos y los prejuicios después de que nos hayan hecho daño, y atreverse a confiar en lo que la otra persona puede ofrecer. No solo he conectado con mi lado más humano, sino también con el lado humano de otros. Y las relaciones desde ahí solo dan cosas buenas. Tras un tiempo adormecida en mi misma y mi sufrimiento, voy despertando, recobrando la confianza en mi, en los demás y en la Vida: en definitiva las ganas de Vivir, no de sobrevivir. Porque cuando nos hacen daño nos replegamos para no sufrir, pero nos negamos también a darnos la oportunidad de sentir todo lo que la Vida nos ofrece.
No hay peor traición a uno mismo que tener la oportunidad de ser feliz y desperdiciarla.
Una participante en el grupo de "Encauzando las emociones" de León
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