El Grupo ha resultado, cuando menos, muy muy emocionante; claro que el título ya advertía algo así: “las emociones” -¡casi nada!-, básicamente lo que preside nuestra vida y, por ende, nuestra alma; lo que nos lleva, de vez en cuando, a un abismo en el que sufrimos tanto que ni siquiera oímos el eco de las voces que nos rodean.
Lo curioso es que tener emociones no es malo, ni bueno, es tan solo necesario. Por eso, sí es malo no concedernos el permiso de la queja y encadenarnos a emociones de profunda tristeza; es decir, no es malo llorar, sino hacerlo mientras sentimos que las lágrimas son inútiles; y lo son siempre que no vienen acompañadas, en un acto de humildad, de un reconocimiento y aceptación de nuestras debilidades, primer paso para crecer. De la misma manera, es bueno nombrar todos nuestros sentimientos –incluso los más inadecuados como la rabia o la ira-, que se liberen para que no nos hagan más daño del estrictamente necesario, por inevitable.
Sin embargo, el tiempo ha sido corto, tan sólo 10 sesiones, frente a las 12, que no hubieran sido tampoco suficientes, de la mayoría de los cursos. Porque el interés de los temas hubiera requerido sesiones de más duración, para mayor profundidad y más cantidad de ejemplos que argumentaran tanta teoría.
Por otro lado, me ha parecido un grupo también humanamente enriquecedor. Me encontré desde el minuto cero con un grupo de personas a las que no conocía, pero que me hicieron sentir en una reunión de familia (y no precisamente de Navidad), porque todos hemos compartido el contenido de nuestras arcas, nada desdeñable, a través de un diálogo abierto, respetuoso, sincero y espontáneo al que, sin duda, ha contribuido la necesaria relajación con que se daba comienzo a cada sesión.
Todo esto lo ha hecho posible la gran labor de nuestra coordinadora, Marga: su disponibilidad permanente, su manera personalizada de dirigirse a cada uno de nosotros, su sabia integración del lenguaje verbal y no verbal en la tarea de escuchar, su sutil sentido del humor, su generosidad y su empatía; en definitiva, su gran inteligencia que hacen de ella una persona equilibrada y acogedora. Por supuesto, son muy de agradecer los muchos conocimientos que nos ha transmitido y la forma amena en que los ha trasladado, siempre recurriendo a artículos de opinión interesantes, powers esclarecedores y juegos creativos y unificadores.
Y para cerrar mi escrito un aviso para navegantes muy relacionado, sin lugar a dudas, con este grupo. Con frecuencia, le damos al interruptor, pero no se enciende la bombilla y … ¿Por qué no se enciende la bombilla? Porque no tenemos bombilla y porque no nos atrevemos a comprarla, a pesar de que hay quien las regala, ¿a que sí?
Lourdes
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