Cuando comenzamos, allá por el mes de enero, nuestra andadura por esta senda de descubrimiento, de conocimiento interior, de buen hacer, de buenas y generosas gentes compartiendo momentos y sentimientos – que, a veces, nos han hecho comprender que la vida está para ser vivida sin miedo y con decisión – jamás pude siquiera imaginar como cambiaría mi existencia a partir de entonces.
Es por eso que hoy, y todos los días desde aquel, ya ciertamente lejano, mes de enero, me levanto con la enorme ilusión y gran reto de ser mejor persona.
Han sido semanas en las que nos hemos ido descubriendo poco a poco. Ha habido momentos duros, de los que hemos sabido sobreponernos, aprendiendo que aunque el camino sea, a veces, difícil, sabemos y podemos, todos juntos, salvar la situación, salir airosos, y, sobre todo, fortalecidos. Nos hemos unido y hemos luchado codo con codo unos por otros, como una piña, descubriendo que siempre hay un motivo para seguir esforzándonos y que, después de todo, siempre hay un nuevo amanecer. ¿Y cual ha sido el secreto? El respeto mutuo y la buena voluntad, y, sobre todo, la alegría y el humor contagioso que invadía muchos momentos de cada una de las sesiones, invitándonos a no tomarnos la vida tan en serio, ya que, como decía Elbert Hubbard, nunca saldremos vivos de ella. Esta certeza ha de ser un acicate en nuestro día a día, un impulso irrefrenable que gobierne esta travesía, llevándonos a buen puerto, ya sea en una barca de remos, un pequeño velero, un fuera borda o un romántico barco de vapor.
Por todo ello, a todos y cada uno de vosotros, hoy quiero daros las gracias por haberme dejado compartir momentos únicos e irrepetibles (como cada uno de nosotros) que me han ayudado a quereros más y mejor y a quererme también más y mejor, sabiendo y comprendiendo que éste es el inicio de un largo camino de baldosas amarillas que todos juntos podemos recorrer, salvando los obstáculos que, no lo dudéis, irán apareciendo.
Hoy todos somos Dorothy emprendiendo nuestro propio viaje de regreso y de reencuentro hacia nuestro interior, con valentía, habiendo superado nuestros temores y con la ilusión y esperanza propias de que juntos podemos.
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