Por azar, destino, casualidad..., no lo sé. Lo cierto es que entré en esta "gran casa", "El Teléfono de la Esperanza", cuando comenzó aquí, en León, en el barrio de San Mamés, hace aproximadamente nueve años. Sin ninguna pretensión. Simplemente me atrajo aprender y conocer algo que para mi, en aquellos momentos, era nuevo y desconocido totalmente. Tras cuatro años seguidos de enriquecerme personal y mentalmente haciendo cursos, talleres y seminarios, pausé algo más de cinco para mi pena y gran tristeza.
Por circunstancias familiares, tuve que dejarlo apartado, con la esperanza de volver pronto. No fue así, aunque lo intenté varias veces, pero no pudo ser. Mi mente no me lo permitía, estaba bloqueada, oscura, ocupada en otras batallas (creí que más importantes en esos momentos, pero me equivoqué, antepuse todo y deje de lado todo mi ser, y ahora estoy pagando mi "despiste" muy caro) que no me dejaban avanzar en mi propio caminar, en mi propio crecimiento, en mi propia libertad.
Ese día, por fin llegó, aunque no como la primera vez.
Ahora sí, esta vez llevaba heridas, grandes y profundas. Tenía todos los poros de mi piel taponados, mis pensamientos totalmente confundidos y revueltos, enfundados y envueltos de unos sentimientos de dolor, pena, inconsciencia..., y sí, también rabia, impotencia..., y hasta llegué a notar que odiaba todos esos sentimientos, esos pensamientos que me tenían paralizada y bloqueada, sin dejarme ver que dentro de mí, había vida, MI VIDA, esa que nada, ni nadie puede arrebatarnos, bajo ningún motivo o razonamiento.
Así pues, hace tres meses, inicié el camino de la reconciliación conmigo misma, con mi mente y mis sentimientos. Retomé la vuelta al Teléfono con muchísimo esfuerzo, pero también con muchísima ilusión. Iba sin fuerza, pero sabiendo que tenía que soltar todo el peso que había acumulado durante tanto tiempo. Sabía que me estaba haciendo daño, y con seguridad, haciendo daño, consciente o inconscientemente a quien pudiese estar conmigo, a mi lado. Por eso tenía que hacer lo imposible por AYUDARME.
Iba con la intención de hacer el curso "La Alegría de Vivir". Pero otra vez el azar, destino o casualidad, quiso que "aterrizase" en "La Comunicación no Violenta y Relaciones Positivas". Algo que agradezco que sucediese inmensamente.
Se presentó él solo, yo no lo busqué. Era el que encajaba por varios motivos en ese preciso momento. Tenía que ser ese, no podía ser otro, y así fue.
Comencé como un autómata, me sentía fuera de sitio, no retenía lo que se decía, por momentos mi pensamiento se iba de paseo a otro lugar o escena, no fluían de mi boca las palabras, se agolpaban en mi cerebro y se negaban a salir. Era una sensación de impotencia terrible, pero que no podía volver para atrás, tenía que seguir, me negaba a retroceder ahora que había decidido salir de MI CÁRCEL, pues "voluntariamente" entré, y voluntariamente quería salir por encima de todo.
Con los días, me esperaba la más grande de las sorpresas, cuando en el transcurso de las semanas, fui viendo como mi transformación mental y personal se iba pautando cada día más tranquila, abierta, esclarecedora... Fue entonces, cuando comencé a darme cuenta, que muchos acontecimientos y situaciones por los que había pasado tan malos ratos, y los que me llevaron al estado en el que estuve sumergida, se podían haber evitado, o al menos suavizado y minimizado, y otros no darse o producirse tan siquiera. No vi, o quizá no quise ver por falta de fuerza, o porque llegué a verlo como algo normal, o que me había tocado y así tenía que ser, aunque me estuviese haciendo tanto daño.
He vuelto a esbozar mi sonrisa.
Hoy después de tres meses, poco a poco vuelvo a reír, vuelvo a empezar a VIVIR, a ilusionarme, a sentir MI PROPIA FUERZA, esa fuerza que otras fuerzas me quitaron, me despojaron de ella, y a darme cuenta adonde he estado sumergida durante tanto tiempo.
Comienzo a ver MI MUNDO de otro color, a sentir MI VIDA con otra intensidad, y a actuar de diferente manera.
Esto, me demuestra una vez más, que nuestra mente, nuestros pensamientos y sentimientos, son los que definen nuestros actos y nuestras emociones.
Es obvio que no digo nada nuevo con todo esto.Tan sólo aspiro y espero con mi testimonio, poder ayudar a otras personas que se encuentren pasando por un momento traumático o difícil, me sentiría muy feliz si así fuese.
La teoría es más fácil, todos sabemos desde un ángulo diferente como hacerlo, esto es, desde afuera, desde la barrera.
Lo difícil y traumático viene cuando nos toca de cerca, personalmente, y hay que enfrentarse a ello, verlo, detectarlo, aceptarlo y ponerlo en práctica, poner la mente a trabajar POSITIVAMENTE.
En ese estado, todo atisbo de poner en práctica una solución que nos alivie tanta pena y sufrimiento se olvida, se anula, se hace casi inexistente en nuestra mente. No vemos la salida y tropezamos siempre con la misma pared, no encontramos la forma de salir y nos hundimos cada vez más en nuestros pensamientos, siempre negativos.
No hace falta que diga mucho más al respecto. Somos cada uno de nosotros dueños de nuestros pensamientos y de nuestros actos, pero muchas veces es necesario que se nos vea y se nos diga desde fuera, para darnos cuenta que seguimos "vivos", y seguimos siendo los únicos responsables cada uno individualmente de nosotros mismos, que es nuestra vida, nuestra libertad y nuestra decisión, de nadie más.
El Teléfono es una mano extendida que nos va a ayudar a empezar a abrir esa puerta que tenemos cerrada y no nos deja ver la luz, aún sabiendo que detrás hay un maravilloso sol esperándonos.
De cada uno de nosotros depende si queremos abrir esa puerta para salir, o si preferimos quedarnos.
Cualquier taller o curso que elijas, te va a aportar muchísimo más de lo que puedas imaginar.
Animo a todos a que se metan en su interior y busquen, examinen, seguro que tienen algo que le gustaría sacar y tirarlo al cubo de la basura, por siempre.
No puedo pasar por alto la labor de quien a impartido el curso, Herminio Turrado. Gran persona y colaborador activo del Teléfono, a quien yo tengo un gran respeto y cariño desde hace años.
Destacando el grupo al completo, todos me han ayudado intensamente, y me a parecido a parte de muy enriquecedor, comprometido, activo y muy humano.
Mi agradecimiento a todos ellos.
También quiero decir o matizar, que no soy de poner mi identidad en ningún sitio público, pero esta vez algo me empuja a hacerlo en este blog.
Y para despedirme, quiero también agradecer todo el apoyo que he tenido siempre por parte de Mercedes, una gran mujer y gran luchadora, a la que quiero y admiro mucho, y a todos los que de una manera o de otra he tenido el placer de conocer a lo largo de todos estos años.
Un gran abrazo a todos.
Marisa Vidales Peñin