LA ESCRIBANA DEL REINO

Amapolas. Foto Jesús Aguado

- Amapolas en el camino -

No me gusta la cuenta atrás. Me parece que es restar importancia a los días que tenemos por delante, con el único anhelo de llegar al esperado. Como si contar hacia atrás acortara el tiempo.

Sin embargo, por mucho que nos empeñemos, el tiempo no se acorta.

Estos días también yo he caído en la tentación de contar las semanas hacia atrás, en una vana ilusión de acabar cuanto antes una historia que no me gusta nada. Sé de sus nulos resultados, pero utilizo el recurso en un intento de darme ánimo.

Hasta que he sido consciente del mecanismo y del empobrecimiento que ello implica. Y a ello –a llegar a la consciencia- me han ayudado las amapolas que encuentro ahora en mi trayecto cotidiano.

En cuestión de días nuestros campos y caminos se han inundado de colorido, reclamando nuestra mirada y nuestra atención. Se han llenado de livianas amapolas cimbreando sus tallos a nuestro paso. Parecen más felices, más plenos, más atractivos.

Las humildes amapolas, sobresaliendo profusamente entre el verde de la hierba y el marrón de la tierra, me traen al presente, a vivir el momento, a fijarme en los detalles de cada día. Su llamativo color me centra en ellas y en el “aquí y ahora” que dicen los sabios.

Agradezco su llamada de atención.

Fantasear con el futuro es dejar de vivir el presente. Obvio. Tan obvio como saber que necesitamos pequeños toques en nuestra consciencia para que ésta no se adormezca. Las amapolas del camino han despertado la mía.

M.E.Valbuena