"chorro de agua", foto Jesús Aguado |
- Como un chorro de agua -
Da gusto mirar un chorro de agua ¿verdad?
Observándolo, una quisiera meterse en él, dejarse envolver por la frescura y el movimiento del agua y fluir con su misma intensidad. Su imagen rebosa fuerza, vida, dinamismo, alegría… Hasta el sonido es bonito.
Por alguna razón, siempre que me paro a contemplar un chorro de agua pienso en las relaciones humanas. ¡Qué buenas serían si fluyeran así!
Si intentamos coger el agua en nuestro puño ésta se escapará. Irremediablemente. Mientras más apretemos más rápidamente desaparecerá. Si la almacenamos sin otro uso que ese se estancará y se corromperá, por muy buena calidad que tenga el recipiente donde se guarde. Si no la canalizamos adecuadamente se perderá.
Lo mismo que las relaciones entre las personas. Los que, llevados por su afán de exclusividad, quieren una relación sólo para ellos, acaban perdiéndola por sus propios méritos. No se dan cuenta de que mientras más aprieten, más acoten y más aíslen su relación, más pronto se quedarán sin ella. De tanto como la quieren acaban matándola. Y siguen sin caer en la cuenta de que la relación no ha muerto por sí sola. La han matado ellos.
Las relaciones, como el agua, tienen que fluir libres. Sin amenazas ni agobios, sin recriminaciones culposas que lleven a un estancamiento voluntario, sin extraños y oscuros recovecos entre los que dispersarse.
Lo que fluye, vive. Lo que se estanca, muere. Pura lógica y puro principio físico.
M.E.Valbuena
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