Resistiendo bajo la nieve |
- Un pulso –
Ocurre a veces que la vida nos echa un pulso en el que, desde el principio, parece que estamos destinados a perder por falta de fuerza o de resistencia.
Me refiero a esos acontecimientos que nos cambian nuestra cotidianidad, que dan un vuelco a nuestra normalidad. Las demandas se multiplican y donde siempre había una exigencia resulta que ahora hay tres; donde tomábamos una decisión, ahora tomamos cuatro; donde controlábamos los altibajos, ahora es un descontrol.
A falta de tiempo atendemos las “obligaciones” y cumplimos con nuestros “deberes”, pero olvidamos o dejamos de lado aquellas cosas y momentos que nos nutren y nos alimentan el alma, por ejemplo, la lectura, el baile, los paseos en el silencio de la Naturaleza o los encuentros con los amigos. Nos limitamos a sortear los días, tirando de nuestra despensa emocional, sabiendo que la estamos desmantelando.
Si a ello se une un invierno largo, duro y frío (como debe ser) y unos días que sólo nos regalan tonos grises y opacos, tenemos el terreno abonado para la tristeza, esa mancha sutil e invisible que impregna nuestra existencia y nos come la fuerza y la ilusión.
Con la despensa emocional bajo mínimos y la tristeza a la vuelta de la esquina escudriñando cualquier rendija que la permita colarse, no nos queda otra alternativa que resistir, ya que –en este pulso- la fuerza parece haberse rendido.
En ello estamos.
M.E.Valbuena
No hay comentarios :
Publicar un comentario