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lunes, 3 de febrero de 2014

A PROPÓSITO DEL GRUPO DE AUTOESTIMA



 "Solo siento gratitud"

El mes de junio fue un mes duro para mí... y después de darle vueltas, creí que una forma de "olvidarme" de mis problemas era dedicarme a tratar de solucionar los de los demás.

Acudí al servicio de Asuntos Sociales del Ayuntamiento y me ofrecieron un amplio panorama, pero desde el principio me gustó una propuesta. Me hablaron del Teléfono de la Esperanza... y allí me presenté. Y a la primera persona que encontré fue a María Elena: sonrisa amplia, franca, de dentro, acogedora. Cambiamos impresiones ("Esto es como el curso escolar... de septiembre a junio)... y quedamos en volver a contactar después del verano.

A principios de septiembre volví a visitaros y allí me hablaron que era necesario primero un "apuntalamiento" interior (¡cuántos llegábamos pensando que rápidamente nos pondrían a "atender" el teléfono!... qué ilusos)
Me hablaron de varios talleres... y por mis horarios de trabajo, por casualidad (¿o era Dios que pasaba por allí?) fui a parar a un taller numeroso (15 personas) de autoestima: 14 mujeres y un sólo varón (yo). ¿Miedo?, ninguno, pero siempre me ha llamado la atención cuánto les cuesta a los varones acudir a pedir ayuda, reconocer que necesitan cambiar y mejorar su vida.

Eramos, como el filósofo Diógenes, un grupo que iba buscando con un candil encendido durante el día, una orientación, una ayuda, una mano amiga... La ¿casualidad? también nos hizo conocer a nuestro coordinador, nuestro Maestro, también en sentido etimológico.

Buscábamos respuestas... y nos daban más preguntas. Certeras, de calado. El hielo se fue rompiendo entre nosotr@s. Había problemas comunes: desamor, soledad, enfermedad, pérdidas... pero todo eso, nuestros lloros reparadores, nuestro comenzar con el ¿qué tal estás, qué tal la semana?, nos hacía anhelar que llegara el lunes.

Allí encontrábamos una verdadera familia, acogedora, fuerte. Hubo confesiones valientes, duras como puños que recordaré siempre (¿quién puede juzgar...?), que nos removían por dentro, que nos hacían relativizar nuestro "gran problema". Encontramos a personas muy valientes, a otras que fueron encontrando la fuerza para serlo, se fraguaron amistades, se creó un grupo de whatsapp que nos hacía comunicarnos para darnos ánimos, para ayudarnos de forma paralela, para aportar "nuevos materiales" para la reflexión.

Mari Carmen, Mar, Maxi, Mª Cielo (como indica su nombre), Belén, Camino, Conchi, Carmen, Celia, Nuria, Sergi, Nuri, Tere, Montse... nombres que ya no se borrarán de mi mente, de los que tanto aprendí. Porque íbamos a eso, a aprender.

Y encima las etapas del Camino de Santiago (yo sólo puede ir a la segunda)... y siempre con deberes (¡cómo no... si iba el coordinador...!). Todo era unión.

Y la emotiva sesión final, con los mensajes que nos habíamos dedicado, con todo la comida que habíamos llevado (aunque ya Maxi, tremenda cocinera, se había adelantado la semana anterior).

Estamos en un tren, estamos de viaje... y hemos venido a este mundo a ser felices. Este grupo sabe, ahora, que se puede conseguir... y que hay que subirse a este tren y hacer un lindo viaje, bajar y subirse en distintas estaciones, conocer a nuevas personas... estamos en ello.

Gracias a tod@s. Solo siento gratitud: por haberos encontrado, por todo lo que nos hemos aportado, por las ganas de cambiar... por ser tod@s como sois.

Gracias.


Paco

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