También debemos aprender a escuchar la llama de tu corazón |
Escucha bien
Hoy, 15 de noviembre, es el día de la ESCUCHA y para El Teléfono de la Esperanza escuchar es la mayor de las misiones que tiene encomendada esta organización altruista, desinteresada y aconfesional que a muchos de nosotros nos tiene atrapados en un rincón importante de nuestro corazón con un compromiso fuerte.
Cualquier psicólogo podría dar aquí buenos consejos sobre cómo escuchar adecuadamente, el tema daría para un curso de varias sesiones, pero los días 15 me los tienen reservado estos del blog y la casualidad ha querido que me toque hoy hablar del tema. Por eso, ESCUCHA bien lo que te cuento:
Uno de los principios más importantes y difíciles de toda comunicación es saber escuchar. La falta de comunicación que se sufre hoy día en esta sociedad rasgada y de locos se debe en gran parte a que no se sabe escuchar a los demás. Damos mucha importancia a lo nuestro, a nuestros mensajes, nos volvemos egoístas sin importarnos demasiado los demás, sin tener en cuenta que existe una necesidad imperiosa de echar fuera la carga pesada, de soltar presiones para que no explote la bombona de nuestra mente. Y para que alguien eche fuera sus preocupaciones, sus angustias, es necesario que haya alguien del otro lado de la mesa o del teléfono que recoja, que escuche, que acoja. Escuchar no es algo automático, eso es oír, eso es percibir las vibraciones de los sonidos. Escuchar requiere un esfuerzo mayor que hablar. Pero esa escucha ha de ser activa, hay que hacer un esfuerzo suplementario para interpretar y entender a quien se escucha. A escuchar se aprende escuchando.
La escucha debe ser afectiva. Hemos que escuchar las palabras, pero también los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen sobre lo que el otro cuenta. Y para entender a alguien se precisa empatía, es decir, saber ponerse en el lugar de la otra persona.
Si tuviéramos que incluir algunos elementos que facilitan esa escucha activa añadiríamos los siguientes:
-Disposición psicológica: prepararse interiormente para escuchar.
-Expresar al otro que le escuchas con comunicación verbal (ya veo, umm, etc.) y no verbal (contacto visual, gestos, postura del cuerpo, etc.).
-No distraerse, porque es fácil perder la atención en algún momento. Hay que hacer un esfuerzo para que nuestra atención no decaiga.
-No debemos interrumpir al que habla.
-No juzgar.
-No ofrecer ayuda o soluciones prematuras (y menos antes de que acabe el otro de hablar) porque quien habla seguro que no está aún preparado para recibir mensajes por muy sencillos y ‘salvadores’ que nos puedan parecer.
-No rechazar lo que el otro esté sintiendo, por ejemplo, nunca decir eso de: “No te preocupes, eso no es nada”.
-No contar “tu historia” o decirle que tú también te sientes mal, recuerda que es el otro quien necesita hablarte; tú debes simplemente escuchar.
A modo de resumen diré que creo que quien escucha aprende y de paso se sana tanto o más que el que habla. Para vivir hace falta beber, comer, respirar… y comunicarse con los demás,… y con la madre naturaleza. Y si te da reparo hablar y/o escuchar, piensa que todos necesitamos de todos, no sólo de los más cercanos, a veces los menos conocidos son las personas ideales para manifestarles nuestras inquietudes/preocupaciones y más para escuchar sus quejas o pareceres. Todo el mundo tiene su lección para ofrecerte, de ti depende que la sepas recibir o la dejes pasar. La cantidad de cosas que se aprenden de lo que te cuentan los demás; lo bien que viene comprobar que lo que te preocupa a ti son nimiedades comparado con lo que le ocurre y les pasa por la cabeza a tus semejantes. Escucha y escucha bien, que merece la pena. Y mucho. Feliz día de la escucha.
Asin sea.
Juan.
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