Ante todo debemos decir que la soledad, en sentido estricto, no es una enfermedad, ni un cuadro psicopatológico, sino un radical humano, es decir un componente esencial de la existencia humana. En la dialéctica entre soledad y vinculación es como se va desarrollando el ser humano. Recordar con Freud la fábula del cuerpo espin: se encuentran distanciados para no pincharse pero próximos para darse calor. Esta situación “equidistante” entre los seres humanos es la que favorece el crecimiento del “yo” y el “tu”. Debemos respetar la intimidad del otro pero no por eso debemos aislarnos.
Por esto, podemos afirmar que el contacto con el otro es necesario no solamente para cubrir nuestras necesidades físicas y de afecto y desarrollo personal, sino para fortalecer nuestra propia existencia. El buen desarrollo psicológico es aquel que traspasa el Yo, para llegar al tu y formar un nosotros acogedor y catalizador de la felicidad del sujeto.
El sentimiento de soledad, por definición, es una imposibilidad de transmitir nuestras vivencias agradables o desagradables. La soledad en definitiva es un problema de comunicación: estamos solos porque no sabemos o no podemos comunicarnos. Es una carencia en el com-partir.
Dos tipos de soledad:
a).-Soledad emocional (afectiva): ausencia de una relación intensa con otra persona que nos produzca satisfacción y seguridad. Es una soledad entendida, no solamente como ausencia de contacto físico o social, sino como algo más profundo: incapacidad para comunicarse núcleo a núcleo. Se puede dar en compañía. Esa soledad es angustiosa, precisamente, porque implica una incapacidad para dar y recibir. Sentimos a los otros que nos hablan o viven con nosotros, pero existe un abismo entre ambas partes. Se manifiesta con esa sensación de extrañeza, en nuestro propio sistema familiar, social o laboral, que a veces nos angustia. En esos momentos los "otros" se convierten en simples "personajes", que pululan alrededor nuestro, pero sin que podamos conectar con ellos.De forma sintética podríamos definirla como “ser solos”, es decir, “sentirse solos” aunque estemos en compañía. Es una soledad permanente y muy destructiva.
b).- Soledad social: sería sinónimo de aislamiento: la no pertenencia a un grupo. En general es una soledad no deseada, que puede convertirse en angustia, aunque a veces el sujeto se acostumbra a ella. En ocasiones se reviste de fortaleza, autosuficiencia, agresividad o timidez. Y todo para esconder la inseguridad y el miedo a que no se nos quiera o no se nos respete. Es “estar a solas”, una soledad sin compañía, que es más transitoria y por lo tanto menos radical y más circunstancial.
Alejandro RocamoraBonilla
Psiquiatra
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