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sábado, 22 de marzo de 2014

LA ESCRIBANA DEL REINO

Primavera. Foto Jesús Aguado

-      Ya está aquí –

         Nunca como este año he deseado que llegara la primavera. Nunca he ansiado tanto la luz, el calor, el cielo azul y el colorido que ella nos trae, a pesar de los estornudos, la congestión de las vías respiratorias, los picores y los lagrimeos de ojos que también nos regala.

         Desde mi niñez he escuchado decir a mi padre que el invierno era lo más triste que había en la vida. Siempre me reí de tal afirmación, hasta este año. El invierno me ha resultado largo, oscuro, duro, cruel y triste como pocos. Demasiado triste como para echarlo de menos. Sólo he deseado que se acabara de una vez y se llevara con él su manto de tristeza.

         Salir a la calle estos días –sobre todo al campo- y descubrir esta nueva estación insufla optimismo.

         Observar los nuevos brotes en los árboles es una llamada a la vida que está por venir. Escuchar los incesantes trinos de los pájaros es un concierto gratuito de matices sonoros que llama nuestra atención y nos hace estar atentos a los mínimos detalles. Perdernos entre los tonos amarillos, verdes, rojos y violetas de la naturaleza y los jardines nos aporta alegría y vitalidad. Sentir el calor en nuestra espalda y en nuestro rostro nos invita a desprendernos de abrigos y capas y a andar más livianos. Dejarnos invadir por la luz es VIVIR LA LUZ.

         Yo necesito esa LUZ. Y creo todos la necesitamos.

                                                                                     M.E.Valbuena

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