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sábado, 15 de marzo de 2014

LA ESCRIBANA DEL REINO


-      El ciclista del sombrerito gris -

         Durante días, cuando iba a trabajar a primera hora de la mañana, me cruzaba en mi camino con un chico que transitaba en bicicleta por el suyo. Le veía aparecer a lo lejos de la estrecha calle, pedaleando entre las brumas de los negros amaneceres invernales, con el abrigo abierto, la cartera en bandolera y el sombrerito gris. A veces, también con bufanda. Cuando llegaba a mi altura, sonreía (tal vez sonriera siempre como actitud vital). Yo lo interpretaba como un “buen día” y sonreía también.

         Al principio sólo reparé en él por el detalle del sombrero. Luego, por la sonrisa en su rostro. Finalmente, cuando enfilaba la calle donde nos cruzábamos, buscaba su silueta en la lejanía. El camino se convirtió en algo así como el ritual del zorro con el Principito.

         Confieso que me gustaba su sonrisa. Me alegraba la mañana y me caldeaba el ánimo. A esas horas en que los viandantes caminan silenciosos, con los párpados caídos, los hombros levantados y las mentes en no se sabe qué, su sonrisa optimista - por atípica y especial- iluminaba la calle. Eso me parecía a mí.

         Desde enero no he vuelto a cruzarme con él. No sé si habrá cambiado su trayecto habitual o su medio de transporte, si su trabajo o el sitio adonde se dirigiera, su situación laboral, estudiantil o de parado… En realidad no sé nada de él. Hasta es posible que hayamos coincidido en otros lugares y caminos y no le haya reconocido.

         De todas formas, por hábito, sigo buscándole cada día. Echo de menos su sonrisa mañanera.
                                                                           M.E.Valbuena
      

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