LOS MIÉRCOLES CON EL ENEAGRAMA.
Fotos de Susan Sarandon, John Wayne
Recordamos a todos nuestros internautas las nueve tipologías del eneagrama. Todos pertenecemos básicamente a una de ellas. Queramos o no. Nuestro agradecimiento a Maite Melendo y sus libros sobre el eneagrama que nos están ayudando en esta presentación.
1º.- El Reformador. El perfeccionista.
2º.- El Ayudador. El altruista.
3º.- El buscador de status. El triunfador. El organizador.
4º.- El artista. El individualista. El romántico.
5º.- El pensador. El investigador. El observador.
6º.- El leal. El dubitativo.
7º.- El generalista. El entusiasta. El vividor.
8º.- El Jefe. El desafiador. El mandón.
9º.- El pacificador. El mediador.
Hoy vamos al presentar al tipo 8: El Jefe o el Mandón o el Desafiador.
Sienten pasión por los extremos, por el exceso y la intensidad en todo lo que hacen. Son muy sexuales, muy instintivos, con fuertes reacciones y emociones, que tratan de imponer. La moderación y la prudencia les parece de débiles y afeminados. Exprimen todo lo que les gusta hasta la última gota (deportes, conversación con amigos que no acaba nunca....). Al conectar con ellos mismos y no encontrar más que vacío, buscan estar fuera, desconectados de su interior. Sus impulsos son más fuertes que sus razonamientos y por eso piensan que los fines justifican los medios, quede quien quede por el camino. Es frecuente que expresen cosas parecidas a éstas:
Tengo grandes ideales, como la gente heroica, valerosa
Cuando estoy agresivo, mi forma de salir al mundo es agredir, es mi venganza
No permito que nadie se meta conmigo
Puedo con todo. No tengo miedo a nada, voy por la vida armado hasta los dientes de razones de justicia
Me gustaría ser juez y dictaminar mi verdad a todos
¿De donde le viene al 8 el vacío?. Se debe a que reprimen algo muy suyo en su interior: la ternura y la sensibilidad. Como lo consideran un signo de debilidad que pudiera ser aprovechado por los demás, lo ocultan y evitan que salga al exterior.
Tienen una gran sensibilidad hacia la justicia, sobre todo cuando creeen que se ha cometido un acto injusto hacia su persona. Se sienten viviendo en un mundo hostil e injusto, que no están dispuestos a consentir ni tolerar. Luchan con todas sus armas para “enderezar lo torcido” y vencer y derrotar a aquellos que quieren arrebatarle lo que le corresponde en justicia (“son caballeros andantes”). Ante cualquier acto o palabra que consideran injusta, no se callan y responden con otra mayor. Siguen la ley de “quien me la hace me la paga”. Viven a la defensiva, en un mundo de lobos que atacan antes de que le muerdan (“la mejor defensa es un buen ataque”: GUERRA PREVENTIVA). La clase política está llena de 8, con ese deseo de imponer ideas, razonamientos, normas, ideologías, sean del partido que sean. Son confrontadores, beligerantes, amedrentadores, desafiantes, justicieros y vengativos. En sus momentos más compulsivos se vuelven crueles, violentos, inmorales y despiadados, dictatoriales y opresivos. Les encanta el ejercicio del poder, el desarrollo de la autoridad, la derrota de los demás, ganar las elecciones para, por fin, poder hacer justicia. Porque el 8 lo que quiere es ser el Jefe de la tribu o del grupo, el líder.
El 8 quiere dar la imagen de persona poderosa, enérgica, el más fuerte del lugar. Para ellos, la fuerza y el poder es lo que cuenta. Son personas infatigables, de gran energía, trabajadores incansables. Para ellos la solución a todos los problemas pasa por ser el que más manda y vencer a todos aquéllos que se le oponen, discrepan o le retan (HIPERCONTROL). De aquí que su pasión sea el exceso, la intensidad, la vehemencia.
El pecado del 8 es la lujuria, como deseo vehemente de placeres carnales intensos, desmedidos, desbocados, pero sin ternura.
Los 8 tienen una gran sensibilidad, pero ésta está acorazada. “Me acorazo para que cuando me disparen flechas, éstas no me alcancen ni me hagan daño”, dicen. Este es un ejemplo del actuar en la vida política. Esa coraza les hace vivir a la defensiva, desconfiados, sólo apoyándose en su gran fuerza. Por eso huyen de la ternura, por su miedo-pánico a ser heridos, vulnerados. “Al rodear mi corazón de un muro de piedra, se convierte en inexpugnable”, así lo sienten. Por eso su pelea constante lo que esconde es miedo y malestar interno. Así se sienten muy solos emocionalmente: son respetados por los demás, pero poco queridos. Padecen hambre de amor, de sensibilidad, de afectos.
Los 8 vivieron una infancia de lucha donde descubrieron que sólo los fuertes eran respetados y los débiles despreciados. De aquí arranca su patrón de comportamiento. “Si quiero ser tenido en cuenta y valorado tengo que aparentar ser fuerte y proteger mi débil niño interior”. De aquí que la defensa de los débiles se convierte en su mayor deseo.