A lo largo de mis paseos campestres, que son muchos, he ido acumulando ramas y flores secas de diversas variedades. Al final del verano elaboré con todas ellas una cesta decorativa, combinando colores y texturas hasta conseguir un conjunto agradable.
Independientemente del resultado, que puede gustar o no, el proceso de elaboración me hizo disfrutar. Cada ramillete me traía el recuerdo del lugar y el momento donde fue recogido, recreando de nuevo escenas especiales. Cada combinación de flores que iba formando, encajando formas y colores, me ilusionaba y me animaba a terminar el mosaico multicolor.
Algo así pasa con la vida: adquirimos experiencias y herramientas por donde quiera que vamos y, en un momento dado, las integramos en un conjunto y las damos explicación.
El puzzle -o la cesta- de nuestra vida se va formando con multitud de piezas –flores y ramas- debidamente encajadas.
Y lo mejor de ello es que somos nosotros los que hacemos las combinaciones. Nosotros decidimos si queremos estridencias o tonos pastel, si formas punzantes o redondeadas, si armonía o desequilibrios, si tajante austeridad o notas de intenso color… Sabiendo, además, que cuando no nos gusta el resultado obtenido siempre podremos cambiarlo.
La escribana del Reino
M.E.Valbuena
Muy bonito
ResponderEliminarbuen mensaje
ResponderEliminarLlevo unos día squ eno he podido hacer comentarios y lo he sentido. gracias escribana por compartir con nosotras tus descubrimientos
ResponderEliminarPreciosa cesta. Preciosa foto. Precioso comentario.
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