Mi viejo peral está en flor. Flor tardía, pero flor al fin y al cabo. Decidí este año cuidarlo. Cavé la tierra en su pequeño circulo. Lo aboné con el mejor estiércol de oveja. Le dije al oido de su corteza palabras dulces y suaves. Y ahora me prolongo regarlo con agua fresca y embriagadora.
Para mi sorpresa un duende me habló al oido al despedirme de mi huerto: ¿Cuándo te esmerarás así contigo?. ¿cuándo serás amable y te darás otra oportunidad?.
Al día siguiente con las lágrimas de mi corazón regué mi humilde peral y él, agradecido, me devolvió el verdor de su sonrisa y su fruto incipiente.
Para mi sorpresa un duende me habló al oido al despedirme de mi huerto: ¿Cuándo te esmerarás así contigo?. ¿cuándo serás amable y te darás otra oportunidad?.
Al día siguiente con las lágrimas de mi corazón regué mi humilde peral y él, agradecido, me devolvió el verdor de su sonrisa y su fruto incipiente.
No hay comentarios :
Publicar un comentario